Queridos Reyes Magos, traed a ‘Sálvame’ de vuelta | Televisión

no supero las despedidas Sálvame. Tengo una digestión emocional lenta, me acompaña la respuesta de mi última ruptura y fue hace ya ocho nuevos residentes del Gray Sloan Memorial Hospital, la única medicina temporal por la que me guío. Quiero gestionar las luces y estas son las magnificas. Soy un oyente familiar de televisión y escucho a Soprano, Roy o Alcántara, para mí es Jorge Javier, Lydia o Terelu. Una familia de cosas verdosas, de esas que no soportas, disfuncionales y tóxicas, que hoy pierden su tamaño y se dispersan por la mañana. Lo que no puedo esperar para salir de la habitación por el puente verde, pero te protege de interferencias externas porque solo ellas pueden destruir la vida.

Como tratamiento para la ruptura traumática, creo verles en todas partes. Esta semana juro que me tocó Sálvame Mediafestpero simplemente fue Fiesta, su versión cero-cero, el inofensivo Champín, no el reconfortante copazo que nos enseñaron últimamente a solucionar nuestros problemas gracias a los problemas guionizados de otros. Incluso ellos fingían un amor de deseo directo, que carecía de dignidad.

En mi desvarío llegué a pensar que todo había sido un desperdicio, que Borja Prado ya existía alguna vez en Mediaset —ellos también desearían—, que Ana Rosa seguía repartiendo bulos por la mañana y los tintos y maricones insuflando vida a última hora de la tarde. No lo acepto, entre cada éxito extrambótico lo busco en la parrilla como busco amigos de los que hablan sin palabras, pero solo encuentro esta infusión de valeriana con infulas que es TardeAR. Fantástico con el que actúa una de estas noches de mar éticas Alessandro Salem mientras envían los cánones del buen ex y envía un mensaje de reconciliación a la fábrica de televisores, esperando que no hayan renunciado al número. Densa una segunda oportunidad, queremos a todos.

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